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Ejercicio y sirtuinas: la manera de mantener la forma física de un joven

de Mag. Margit Weichselbraun
el 07.08.2019

En los seres humanos, el envejecimiento se caracteriza por una merma de la forma física. Si bien este proceso gradual no suele notarse en la vida cotidiana, al realizar esfuerzos físicos nos damos cuenta de que antes no solíamos quedarnos sin aliento tan fácilmente al realizar las mismas tareas. Al mismo tiempo, sabemos que con el proceso de envejecimiento de nuestro cuerpo, también disminuye la actividad de las sirtuinas, unas importantes enzimas de control. Entonces, ¿existe una conexión entre la forma física y la actividad de sirtuinas? Así lo afirma una revisión científica publicada en junio de 2019.

Un coche usado: el año de fabricación y el kilometraje permiten sacar conclusiones sobre el estado del vehículo. Los años y el desgaste inevitablemente dejan huella. Se podría decir lo mismo de nosotros los humanos y empezar a sacar conclusiones sobre el estado de nuestro organismo. Sin embargo, en esta caso la conclusión no es tan simple. Una diferencia clave es que, a diferencia de los vehículos, los humanos (y los sistemas biológicos en general) podemos luchar contra nuestro propio declive. Por un lado, somos capaces de reaccionar ante factores externos que desencadenan estrés y de protegernos de ellos mediante el gasto energético; por otro lado, nuestro organismo tiene la oportunidad de reparar el daño por sí mismo. Las sirtuinas, un puñado de enzimas endógenas (de SIRT 1 a SIRT 7) mueven los hilos para regular estos procesos.

Una revisión científica de junio de 2019 arroja luz sobre la importancia del ejercicio para la actividad de las sirtuinas. Para su revisión, los investigadores examinaron los estudios disponibles actualmente sobre las sirtuinas y el ejercicio y, posteriormente, se centraron en las dos enzimas mejor estudiadas de la familia de las sirtuinas: SIRT 1 y SIRT 3. El análisis del material de estudio confirmó que la actividad física estimula la formación de sirtuinas en el músculo esquelético, con un efecto que depende del tipo de ejercicio.

El esfuerzo físico único activa la enzima SIRT 1, que estimula el desarrollo de nuevas estructuras corporales (biogénesis) y la capacidad oxidativa de las mitocondrias, las plantas de energía de nuestras células. Varias sesiones de entrenamiento también activan la enzima SIRT 3. Además de la biogénesis y la capacidad oxidativa de las mitocondrias, esto también estimula la producción de la propia molécula de almacenamiento de energía del cuerpo, el ATP.

Según la revisión, los distintos métodos de entrenamiento pusieron en movimiento diferentes enzimas de la familia de las sirtuinas, que a su vez estimulan diferentes rutas metabólicas. Sin embargo, las diversas formas de las sirtuinas siempre parecen tener una cosa en común: mejoran la salud de nuestras mitocondrias, esas diminutas plantas de energía celular que nos proporcionan energía y son importantes para nuestra forma física en todas las edades. Como dice el dicho: eres tan viejo como te sientas.

Referencias:

Vargas-Ortiz, K. et al. 2019. Exercise and Sirtuins: A Way to Mitochondrial Health in Skeletal Muscle. Int J Mol Sci. 20(11). doi: 10.3390/ijms20112717.

Sinclair, C. A., Guarente, L. 2006. Schlüssel zur Langlebigkeit. Spektrum der Wissenschaft. 34–41.

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